Luana Méndez presenta “Resurgir” en Sala Camacuá

Por Elena Rosano.

¿Cómo empezaste a hacer música y cuáles son tus principales influencias en la composición de tus canciones?

A los tres años de edad fue mi primer acercamiento a la música cuando pedí a mi familia de regalo de cumpleaños una guitarra. Fue desde entonces que junto a mi primera guitarra de plástico con tres cuerdas de tanza comencé a componer mis primeras canciones.

La mayor parte de mi familia tiene una conexión muy linda con la música, desde tocar algún instrumento hasta oírla cotidianamente. Recuerdo algunxs músicxs que sonaron toda la vida en casa como: León Gieco, Manu Chao, Tribalistas, Mercedes Sosa, María Elena Walsh, Cassia Eler, Bob Marley, Ruben Rada, Caetano Veloso… De seguro tuve alguna de sus influencias, pero no sabría reconocer una en particular. Creo que mi más fuerte influencia es la manera en la que percibo el mundo y encontrar a la música como la forma más genuina de compartir lo que vivencio y me atraviesa.

¿Todavía te acordás de la primer canción que escribiste?

Recuerdo un lindo pasatiempo que compartía con Sabrina, mi mamá. Consistía en que mientras yo improvisaba ella iba tomando nota de esas composiciones en un cuaderno. Recuerdo algunas frases sueltas como: “Voy dividiendo mis pasos y voy buscando un lugar chiquitito para amarnos […] por una puertita del corazón se escapó todo el amor que nos teníamos”. Y la primera composición de la cual hay registro completo se llama “Mi flor amarilla” y la compuse a los seis años.

Se las comparto:
“Despiértate, mi bella niña,
despiértate, hay que alumbrar el día,
despiértate, despiértate, mi flor amarilla.
Despiértate que hay que subir al cielo,
despiértate, mi dulce caramelo,
despiértate que hay que ir al campo a juntar flores,
despiértate, que yo te quiero.”

¿Cómo te llevas con eso?

Con esos recuerdos me llevo de una manera tierna. Me enternece saber que esa niña que fui, encontró desde tan temprana edad una poderosa forma de como poder canalizar lo que sentía, ahondar en la creatividad y comunicarse. Cuando recuerdo todo esto, también me siento muy agradecida de tener una familia que supo escuchar a esa niña y acompañarla en sus pasiones. En este sentido, me parece fundamental poder transmitir la importancia de acompañar a las infancias, adolescencias, hijxs. Contemplar lo que están comunicando y poder brindarles herramientas para que puedan seguir construyendo sus pasiones. Por más pequeño o grande que sea el detalle de acompañar, te aseguro que hace la diferencia.

¿Hay alguna canción tuya que te haya dejado de gustar?

No, creo que sí hay muchas composiciones con las cuales hoy no me identifico tanto, pero las puedo ver como compañeras de una etapa de mi vida, en cierta forma son como pistas, rastros, que me cuentan de aquellas “Luanas” que también fui.

Principalmente tocás guitarra y voz en tus composiciones, ¿te ves cambiando eso en algún momento?

Hay varios instrumentos que me gustaría tocar.

En principio me veo profundizando con la guitarra que es mi instrumento más fiel pero que aún me falta mucho por aprender. El segundo instrumento que me gustaría aprender es el piano, creo que me llevaría por nuevos lugares compositivos, un mundo desconocido para crear nuevas canciones. Por otro lado, poder tener alguna noción de instrumentos como el saxo, percusión, violoncello, arpa, entre otros… sería un gran sueño para mi, pero veremos en el camino con lo que verdaderamente pueda comprometerme.

Hace un tiempo viajaste a México, ¿cómo te sentiste allá y cómo recibió ese público tus canciones?

El viaje a México fue de muchas ilusiones en cuanto a la música. Me ilusionaba poder conocer su cultura musical, intercambiar con musicxs locales, compartir mi proyecto e ir construyendo un circuito por allí. En cuanto a esto último, sucedió que me encontré con un mercado musical muy amplio y de difícil acceso, de diez personas que conocía, ocho se dedicaban a la música, en ese sentido me fascinó la riqueza musical que existe en el país y por otro lado pude concretar con pocos lugares para trabajar con mi música. De todas formas, en los lugares que sí conseguí tocar la recepción de las personas fue muy valiosa para mi, fue una manera de confirmar que la música que hago es una invitación a conectar, a sensibilizar y a mover lugares internos de cada unx, llevándonos a dialogar con nuestras emociones. Para ir concluyendo, una de las cosas más valiosas que también me dió el viaje, fue el poder darme cuenta de la carrera que durante años vengo construyendo en Uruguay y me hizo estar tan agradecida con las personas que desde hace mucho o poco tiempo siguen mi proyecto musical.

¿Hay algún lugar donde te gustaría llevar tus canciones en el futuro?

Me gustaría mucho poder generar un circuito musical en Argentina, un país hermano que tanta cultura musical contiene. Un país muy grande con mucho para conocer, recorrer y aprender.

Luego de haber podido construir un circuito musical allí, me gustaría intentarlo en España.

¿Qué podemos esperar para tu concierto en Sala Camacuá?

Pueden esperar encontrarse con una propuesta profunda, dinámica y sensible. Además la propuesta de por sí ya será distinta dado a que me presento por primera vez en formato banda y eso es nuevo para mi.

Pueden esperar encontrarse con un lugar seguro para permitirse conectar con sus emociones y sentirse libres de poder cantar, bailar, reír, llorar, etc.

Yo espero disfrutar ese momento tan importante de mi carrera estando acompañada de personas maravillosas y siendo ésta la primera vez que me presento en una sala centralizada de Montevideo.

Me siento profundamente agradecida con quienes confían en lo que hago y hacen que esto sea posible y también con las canciones que me dan la posibilidad de conectar conmigo y con el mundo.

¡Les esperamos el viernes 19 de mayo en la Sala Camacuá!

Muchas gracias a Corchea por este espacio tan valioso para compartir un poco sobre quién soy y lo que hago.