Musicasión 4 ½: 50° Aniversario

Por Claudio Kleiman.

El Kinto – Horacio Buscaglia – Diane Denoir – Veronica Indart – Eduardo Mateo – Ruben Rada – Urbano Moraes

La música, por suerte, no precisa pasaporte. Atraviesa fronteras, y deja su impronta en las almas sensibles, más allá de países y generaciones. Eso explica que una obra fundamental de la música uruguaya, “Musicasión 4 ½”, haya renacido en Argentina, en versión restaurada, renovada y ampliada, a más de 50 años de su edición original.

La historia de este disco es bastante conocida. Las Musicasiones fueron unos espectáculos colectivos que combinaban música, poesía, efectos especiales, elementos teatrales y una sensación de “happening” – muy acorde al espíritu de la época – concebidas por el gran cantante, compositor y guitarrista Eduardo Mateo, y su amigo y compinche, el poeta, actor y director Horacio Buscaglia. Los participantes fundamentales fueron El Kinto (la banda liderada por Mateo, que incluía a Urbano Moraes, Chichito Cabral, Walter Cambón y Luis Sosa), que oficiaba como una suerte de anfitrión, y músicos de su círculo cercano, como Diane Denoir, Verónica Indart y Rubén Rada (que también había pasado por las filas de El Kinto), entre otros. Hubo cuatro puestas diferentes de Musicasión a lo largo de 1969, con un total de catorce funciones, en el Teatro El Galpón, de Montevideo.

En 1971, con el movimiento denominado “candombe beat” en pleno auge, y el nombre de El Kinto (que ya estaba disuelto, y no había dejado grabaciones oficiales) empezando a adquirir un carácter de leyenda, el ingeniero de sonido Carlos Piriz decide editar un disco denominado “Musicasión 4 ½”, tratando de recrear el formato de aquellos espectáculos, donde se intercalaban los “mojos” de Buscaglia (especie de poesías o textos breves plenos de humor surrealista y no pocas alusiones sociales), con canciones y piezas instrumentales. Esto se hizo a partir de grabaciones que el propio Piriz, quien se desempeñaba en la época de las Musicasiones como técnico principal de los Estudios Sondor, había grabado para que los músicos (que no tenían discos editados en ese momento) hicieran playback en televisión, fundamentalmente en el programa “Discodromo”. Estas grabaciones habitualmente se descartaban luego de utilizadas, pero Piriz -con un carácter visionario adelantado a su época- decidió conservar muchas de esas cintas, registradas entre 1966 y 1969, consciente de su valor musical e importancia histórica. El disco fue editado por el sello discográfico independiente De La Planta, fundado por el técnico (que por supuesto era mucho más que eso) junto al músico y empresario Coyo Abuchalja (guitarrista de Los Delfines).

“Musicasión 4 ½” permitió al público en general conocer realmente cómo sonaba El Kinto (que hasta entonces sólo había sido escuchado por los pocos que los vieron en vivo en su momento), y se convirtió en un hito de la música popular uruguaya, cuya importancia fue creciendo con el paso de las décadas. Incluía además, temas de Mateo, Urbano, Rada, Diane Denoir y Verónica Indart, en algunos casos con el Kinto como banda de acompañamiento.

Hubo una reedición en 1977, en plena dictadura, a cargo del sello Clave (que se había quedado con el catálogo de De La Planta, cuando éste cerró en 1973), que aplicó la autocensura, suplantando tres de los mojos más “politizados” de Buscaglia por otros más inofensivos, grabados especialmente por el poeta para esa ocasión. También eliminaron de la contratapa el nombre de Diane Denoir, que había tenido que marchar al exilio. Curiosamente, esa fue la versión utilizada luego para las posteriores reediciones en CD.

Ahora el foco se traslada casi 50 años en el tiempo hasta Buenos Aires, donde el melómano y coleccionista Mario Agustín González recibe el llamado de un amigo diciéndole que su mamá se mudaba y quería deshacerse de unos discos, que podían interesarle. La mamá en cuestión era Victoria, la ex mujer de Carlos Piriz, y entre el material que Mario fue a buscar, junto al escritor y editor de discos y libros Roque Di Pietro, se hallaban unas cintas de las cuales todo el mundo se había olvidado de su existencia. Entre esas cintas, había material inédito de El Kinto, y de otros protagonistas de las Musicasiones, como Diane Denoir y Urbano Moraes, así como una copia del master de la edición original de 1971, que no había sido reeditada desde entonces.

Aquí entra en escena Juana Molina, que conoció personalmente a Mateo y tiene a “Musicasión 4 ½” como uno de sus discos de cabecera, ya que una copia del álbum estaba en su casa paterna desde su infancia. Esa copia había sido dedicada por Mateo a su papá, el cantante Horacio Molina, que se había tornado amigo y protector de Mateo cuando éste estuvo en Buenos Aires en 1972, para grabar su disco “Mateo solo bien se lame”, y fue además el primero en grabar temas de Mateo en Argentina. Juana, amiga de Mario, deslumbrada por estos descubrimientos, decide contactar a todos los involucrados, incluyendo a Rada, Urbano, Indart, Piriz, y el hijo de Horacio, el cantante y compositor Martín Buscaglia, para planear una reedición de “Musicasión 4 ½”, consciente de que se aproximaba el 50° aniversario de este disco histórico. Tanto fue su entusiasmo, que decide crear un segundo volumen con el material recientemente descubierto, compilado de la misma manera que el original, con el estilo “entreverado” que alterna música y poesía, y por si eso fuera poco, también funda su propio sello discográfico (junto a su manager Federico Mayol y el “descubridor” Mario González), denominado “Sonamos”, especialmente para editar este proyecto.

El resultado de todo esto es “Musicasión 4 ½ – 50° Aniversario”, un álbum doble en vinilo (distribuido en Uruguay por Little Butterfly), que incluye el LP original -reeditado por primera vez en su edición de 1971- y un segundo disco con 18 grabaciones, de las cuales 15 de ellas son inéditas, todo esto restaurado y remasterizado por el especialista Daniel Osorio. Incluye además un libro de 20 páginas, con una detallada investigación de Guilherme de Alencar Pinto (autor de “Razones Locas / El paso de Eduardo Mateo por la música uruguaya”, el libro definitivo sobre Mateo), así como textos de Urbano, Rada, Piriz y Juana Molina. El arte de tapa también ha sido restaurado, y se incluyen numerosas fotos, algunas conocidas, otras inéditas.

Entre las joyas que podemos encontrar en el segundo disco, hay varias grabadas en vivo en los “Conciertos Beat”, realizados en el Teatro Solís en 1966 (un antecedente de las Musicasiones) con la participación de El Kinto, y también Diane Denoir y Rubén Rada, acompañados por Eduardo Mateo y su trío, que incluía a Antonio Lagardé en bajo (de El Kinto) y a Roberto Galletti en batería (futuro integrante de El Totem). Además, hay temas registrados en los estudios Ion de Buenos Aires, en 1972 (que se creían perdidos), para lo que iba a ser el primer LP solista de Urbano, junto a Alberto Magnone, Pato Rovés y Hermes Calabria (futuro Barón Rojo). Por último, hay temas de otro de los proyectos del increíblemente prolífico Mateo, el trío Horama, con Verónica Indart y Buscaglia.

De los temas recientemente descubiertos, los dos de El Kinto (que abren los lados A y B del disco 2) son una revelación. Uno es “Rosa”, compuesto por Luis Sosa y Urbano Moraes, donde la guitarra de Mateo (dice Molina en el texto) “es una de las cosas con más swing que yo haya oído jamás”. Tiene razón. El otro es “Solo me he de quedar” (de Rada), donde puede oírse al Kinto en todo su poderío, con las tres voces principales de Rada, Urbano y Mateo cantando en armonía, y las tumbadoras de Rubén en un papel destacado (hay que recordar que el grupo las incluyó en su formación antes de que lo hiciera Santana, o por lo menos antes de que esta banda fuera conocida internacionalmente, en 1969). También sorprenden los temas de Verónica Indart y Mateo (tanto para el proyecto solista de la cantante como para Horama, dos discos que quedaron inconclusos), “Mumi” y “Te esperaré”, a los que pueden sumarse canciones del Disco 1, como “Hombre” y “Margaritas Rojas”. Cargados de psicodelia y arreglos disonantes, muestran una vertiente más experimental de Mateo que la que encaraba con El Kinto, y 50 años después, siguen sonando vanguardistas.

Piriz dice que el nombre “Musicasión 4 ½” le fue inspirado por el “Ocho y medio” de Fellini. Urbano recuerda cuando se reunían a planear espectáculos “pensando en cosas imposibles”, y remata “lo que se podía se hacía, y las otras, que eran imposibles, las hicimos igual”. Quizás ese sea un buen resumen de las ahora legendarias Musicasiones, del disco “Musicasión 4 ½”, y de esta milagrosa resurrección, 50 años después. Testimonio de una época donde las utopías estaban al alcance de la mano y, como quedó inmortalizado en un graffiti del mayo francés del 68 , era cuestión de pensar, “seamos realistas, pidamos lo imposible”.