Cristhian Ortega – Andar

Por Carlos Rodríguez Puente (*).

Hay canciones que no pisan la tierra. Canciones que, en lugar de caminar, flotan. Se deslizan. Se dejan llevar por la marea como una cascarita de nuez que, liviana, se entrega al mar sin pretender dominarlo. Así es Andar, la nueva canción de Cristhian Ortega, músico fernandino que ha sabido esculpir una pieza donde la poesía no se canta: se navega.

Andar es, ante todo, una invitación al viaje. Pero no al viaje triunfal ni al de los destinos claros. Es la travesía incierta de quien se lanza al mar dulce, ese espejo inmenso y cercano que rodea y acuna a los orientales. El protagonista avanza sin más guía que el movimiento del agua, sin más brújula que las nubes y los pájaros, sin más certeza que la de tener que seguir. No sabe qué hay más allá del horizonte, pero sabe que debe ir.

Antes de partir, sin embargo, hay un gesto pequeño y tierno: sobre la orilla, el viajero arma un barquito de papel. Lo construye con manos de adulto, pero lo decora con garabatos de infancia: dibujos torcidos, ilusiones de colores, recortes de recuerdos, anhelos que no caducan. En ese barquito de papel se suben también las cosas que no se animan a crecer, las que siguen siendo livianas, las que, aun en la adultez, guardan la textura del juego. Y es ese barquito el que se larga primero, como avanzadilla, como mensaje, como promesa.

Sobre esa marea amable, hay un laraleo beatle que se pega al oído como una liana dulce. Una suerte de mantra juguetón que se repite, que vibra, que se queda. Es un estribillo sin palabras, pero lleno de mundo. Apto para cualquier auditorio sensible: niños, adultos, viajeros, soñadores, los que reman, los que esperan, los que simplemente escuchan.

El sonido del agua acompaña todo el trayecto. Se cuela entre los acordes como si el mar mismo hubiese querido firmar la partitura. Y flotando sobre ese cauce aparecen las voces de los niños —una veintena de chicas y chicos que no sólo cantan, sino que dejan su rastro, su latido. Son estudiantes de primaria de Cristhian, quien además de músico, es docente. Hay algo hermoso en eso: una canción que no sólo habla de andar, sino que anda en comunidad, que se hace de a muchos, que recoge las pequeñas voces y las vuelve mar.

En este andar sencillo y a la vez hondo, Cristhian Ortega se yergue como una suerte de Jack Johnson fernandino. Un trovador de la costa este, de los márgenes dulces, de las canciones que fluyen sin estridencias, pero que dejan huella. Un artesano de melodías frescas, sinceras, luminosas.

En Andar no hay promesa de llegada. La apuesta está en el movimiento, en la deriva, en la valentía de avanzar aunque no haya mapa. Es una canción que no quiere atracar en ningún puerto: quiere, apenas, seguir. Y en esa simpleza, late su profundidad.

Tal vez andar sea eso: largar un barquito de papel cargado de ilusiones, escuchar el rumor del mar dulce, y permitir que, a veces, sean las nubes las que decidan por nosotros.

(*) Es periodista especializado en música y cultura. Es profesor de periodismo y expresión oral. Escribió crónicas de conciertos y críticas de discos para la edición argentina de la revista Rolling Stone y otros medios de Uruguay, Brasil, México y España.

Ficha Técnica – Andar

Canción: Andar
Autor y compositor: Cristhian Ortega
Producción musical: Fabián Marquisio – Cristhian Ortega
Grabación y mezcla: Canaima Estudio (Portezuelo, Uruguay)
Masterización: Daniel Báez en DB Estudio (Uruguay)

Arte de tapa: Virginia Levrero

Músicos participantes:

Cristhian Ortega: Voz, guitarras, cuatro venezolano.

Fabián Marquisio: Bajo, resonador.

Martín Muguerza: Batería.

Coro de niñas y niños:

Julieta Correa – Clementina Berasain – Francisca Martínez – Emma Budiño – Emilia Doyenart – Sofía Tesore – Delfina Cuello – Sophia Pesca – Francina Casanova – Renzo Fernández – Máximo De La Sierra – Enzo Marquisio – Clara Alem – Francesca Bruzzone – Pía Santos – Mateo Rossi – Indiana Pérez – Guillermina Rodríguez – Julieta Martínez – Emilia Maidana – Joaquín Collares – Dante Haretche – Arantza Berazategui – Vikttoria Vytchikova

Producción Audiovisual

Producción general: Mathías M. Figueredo, Cristhian Ortega
Filmación, montaje y edición: Mathías M. Figueredo
Asistente de arte: Jazmín Molina
Locaciones: Balneario Punta Negra y Balneario Playa Verde (Piriápolis, Uruguay)

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