Por Germán Osorio.
Hay que actuar a favor de la música
No descubro nada al decir que los tiempos que atravesamos son muy duros. A quienes vivimos de la música se nos hace muy difícil la situación económica, a corto y largo plazo. Todos somos conscientes de que el retorno del entretenimiento (shows, fiestas, eventos), con público presente, es incierto. Como si fuera poco, el primer foco de contagio conocido fue en una fiesta; para un DJ (como quien escribe estas líneas) no parece haber nada más desalentador.
En los países donde las medidas preventivas fueron quitadas prematuramente los casos de Covid-19 han vuelto a dispararse. Tomemos el caso de Estados Unidos, por ejemplo. Esta semana (fines de junio) hubo un rebrote del virus en varias ciudades del país, luego de que se retomara, de forma apresurada, la actividad. En este año de elecciones, el gobierno de Trump y la oposición tienen prioridades diferentes. Mientras el presidente intenta reactivar la actividad económica y social, el candidato demócrata Joe Biden lo critica diciendo: “El presidente quiere que creamos que se trata de elegir entre economía y salud pública. Increíblemente, no se ha dado cuenta del hecho más importante de esta crisis, y es que, para arreglar la economía, hay que controlar el virus.” Más allá de afinidades y estrategias políticas, el argumento de Biden es demoledor. No podemos reclamar que vuelvan los espectáculos públicos hasta no controlar debidamente la pandemia.
Es indudable que los shows musicales y las fiestas serán algunas de las últimas actividades en retornar. ¿Cómo sobrellevar esta situación? Muchos (los que pudieron) han tenido que reinventarse en otras actividades, algunas ligadas al arte y otras completamente distintas. ¿Cómo harán, entonces, para retomar la música las personas que han tenido que conseguir trabajos alejados del arte?
Creo que dentro del inconsciente colectivo, lamentablemente, no es muy tenido en cuenta el rol que juega la música en la vida. Sin embargo, no hace falta más que mirar cómo, durante el aislamiento provocado por la pandemia, recurrimos a ella una y otra vez: para entretenernos, para hacer ejercicio, para emocionarnos y hasta por salud mental. Por estas y por muchas razones más, quienes trabajamos en el sector y quienes están a cargo de las políticas públicas y privadas que involucran a esta industria tenemos que crear soluciones que ayuden a sobrellevar este momento, y sirvan como base para evitar situaciones similares en el futuro. Y es que si no entramos en acción rápidamente, este momento de la historia es un punto de inflexión que puede llegar a ser devastador para el sector.
Una de las movidas positivas que han nacido en la pandemia es la de Tecnicosuy. Charlando con el gran Gerardo Hernández (uno de los mejores sonidistas del país y promotor de la idea) me contó que fue creada, originalmente, para ayudar a técnicos del espectáculo que se quedaron sin ingresos mediante el reparto de canastas. Después de la primera entrega, la movida comenzó a recibir más visibilidad y apoyo. La suma de esfuerzos y la cooperación colectiva desencadenó en que se ampliara la ayuda a otros trabajadores como músicos, productores y proveedores periféricos del rubro.
Para colaborar con la causa está abierto el colectivo número 109588 en Abitab y una cuenta en el BROU número 000606393-00003. También se reciben donaciones de artículos en Ciudad Música (Ejido 1480) de 10:00 a 20:00 hs. La casilla de correo de la organización es canastas.musicauy@gmail.com. Si estás leyendo estas líneas y te interesa recibir una canasta, podés escribir un mail a la misma casilla con el asunto «Recibir Canasta».
Esta hermosa movida no es más que un paliativo a la situación y depende de la colaboración de todos. Si podés ayudar, te invito a que lo hagas. Es momento de pensar y trabajar para que las familias que vivimos de esta actividad podamos seguir haciéndolo, y no solo por el hecho de mantener nuestro trabajo, sino porque la música es y ha sido siempre, para el ser humano, un refugio, un bálsamo de alegría, diversión y reflexión. La música es nuestro catalizador de emociones por excelencia: tenemos que poder dedicarle nuestro tiempo, ideas y energía.