Mítica y longeva, Verónika festeja

Por Valentina Viettro // Fotos: Diego de la Vega.

La Sangre de Verónika presentó «Breves días en la nación bastarda», su último disco nacido a fines de 2021, en un show repleto de invitados. Y en el mismo fin de semana «Breves días en la nación bastarda» se llevó el Graffiti al mejor álbum de punk. Este álbum concebido en pleno confinamiento parece sumar una prueba más a la idea de que un cambio de ritmo, no solo musical, trae cosas buenas que se perpetúan en el tiempo.

Esta banda que desde hace treinta y tres años nos viene pegando con sus letras combativas y una energía imparable que de vez en cuando se posa para ofrecer una balada o balancearse en estribillos, tiene como referente a Andrés Valde que llegó a la banda hace veintidós años y luego de pasar por todos los oficios desde plomo a técnico, incluido el de amigo y compinche, se sumó a esta aventura como mánager para organizar conciertos, editar discos y llevar adelante un discurso irreverente.

En el momento en que se separan Los Estómagos, se separan Los Tontos y Los Traidores dejan de sonar, La Sangre de Verónika nace para renovar la palabra en la noche montevideana. “En paralelo a nuestras actividades cotidianas, La Sangre de Verónika sobrevivió porque es un espacio de expresión que no admite la intervención del mercado”, nos dice Valde. Quien considera, “en nuestro caso que somos una banda longeva, el éxito de la banda ha sido mantenerse coherente a sus principios, sonando, dando de ellos lo mejor que tienen para dar.” El manager se sitúa contrario a la idea de hacer un grupo musical comercial y defiende a la banda como un medio de expresión libre e independiente.

Valde nos cuenta que en la pandemia cada uno de los integrantes de la banda pasaron por todos los estados, rabia por el encierro, frustración por todas las actividades que se atrasaron, suspendieron o perdieron. Por momentos de angustia o miedo, por ese presente que llegaba con cara de futuro poco prometedor. “La vida se desangra frente a las pantallas”, como versa la tercera canción del disco «La máquina de los deseos». Y en esos momentos de impotencia, estaba la banda. 

“En el grupo tenemos a un dentista, a un fisioterapeuta y a un informático, en ese momento, imaginate. Mientras la gente estaba en su casa, nosotros estábamos haciendo un disco.”

Esos breves días bastardos, fue grabado en un quinto piso de un apartamento en un momento donde sus integrantes recuperaron la posibilidad de compartir tiempo juntos. “Cocinábamos, compartimos una cerveza, una charla y nos pusimos a hacer un disco porque teníamos mucho que decir. La sociedad va perdiendo la memoria, nosotros queríamos dejarlo escrito.” Mezcladas en su relato las letras de La Sangre de Verónika navegan en su memoria y Valde las recita con pasión. El tono y el ritmo de sus palabras se acentúan a medida que habla de la banda.

Según Valde este fue un momento clave donde se volvía necesario sonar y denunciar lo que se estaba viviendo. “A mí me asombró que los que siguen el rebaño salieran a cantar pavadas. Nosotros dijimos lo que teníamos que decir y al mismo tiempo ampliamos el espectro musical de la banda. Somos hijos de nuestra época y espacio. Aparte nos pudimos dar el lujo de hacer un disco repleto de amigos, que provocó una fuerte reacción en las redes y se llevó el reconocimiento de la crítica.”

Las once canciones que componen el disco de La Sangre, fueron realizadas por  Andrés Burgueño (compositor, voz y guitarra rítmica), Hugo Gutiérrez (batería y textos), Ismael Cuevas (primera guitarra y arreglos), Alejandro Burgueño (bajo y coros) y Pablo Rodríguez (guitarra y coros). Participaron también Andrés Valdenegro (manager), Eduardo Eirin (sonidista), Alejandro Martínez (stage) y Nicolás Barzelli (stage). La lista de invitados es amplia y llena de talentos como Fernando Madina, Federico Pereda, Garo Arakelián, Tabaré Rivero, Leonardo Coppola, Sergio Kalaña, Leonardo Carlini, Kairo Herrera, Frankie Lampariello, Bruno Rollandi, Tom Fernández y Aureliano Folle.

Luego de un período de encierro voluntario en el quinto piso de la casa de Andrés Valde el disco fue mezclado y masterizado por Bruno Rollandi y Andrés Valdenegro en Estudio 2112 y finalmente editado por Sondor.