La Chancha en Montevideo Music Box

Por Guillermo Amy.

Luego de agotar una Sala del Museo meses atrás en el marco de su flamante retorno a los escenarios, los liderados por Juan Bervejillo realizaron una nueva presentación en Montevideo Music Box que sirvió de revancha tanto para quienes habían quedado afuera en aquella oportunidad, como para quienes ansiaban un segundo round. La Chancha, que a lo largo del tiempo ha tenido diversos formatos y formaciones, volvió a la actividad luego de una silenciosa separación en el año 2019. En esta oportunidad, retornaron con un cuarteto de músicos conformados por guitarra, bajo, batería y saxo a desempolvar los pedales de distorsión y reencontrarse con el rock directo.

Sinergia, energía, comunión, son solamente algunas palabras que pueden definir lo que es la experiencia de ver en vivo a esta banda con casi cuatro décadas de carrera, con mucha historia y un extenso cancionero. Del lado del público, múltiples reencuentros e historias de vida se entrelazan y complementan con las líricas de las canciones, entonando los versos con mucho fervor y sintiéndose representados por el mensaje.

La noche del 7 de setiembre, como es de costumbre en esta época del año, ofrecía una variedad importante de propuestas a pocos kilómetros de distancia entre una y otra. A pesar de esto, una vez más la banda contó con el calor y el apoyo incondicional de su gente, que asistió a cumplir con su parte del pacto imaginario en este flamante regreso; mientras haya demanda, la banda tocará.

El inicio fue concretado pasadas las 21 horas y vino de la mano de tres canciones interpretadas prácticamente sin pausa: “Sudaca”, “Eliana” y “Santa mariguana”. Bastó con que sonaran unos primeros acordes y golpes de batería para atraer a un público que aún no había ingresado en su totalidad al encontrarse dispersos tanto en las afueras del recinto como en el patio. El público ingresó en masa y se ubicó en los sectores más cercanos a la explanada para recibir ese envión energético y transformarlo en un intenso agite.

En las pantallas se mostró durante casi todo el desarrollo del show el logo de la banda, algunos fragmentos de las letras y breves videos de la audiencia en su último recital mientras sonaban canciones como “Dios no quiere cosas chanchas”, “Cuentos y cuentas” y grandes sorpresas como la primera vez en vivo de “Comer”. Los presentes recibieron con fervor cada componente del setlist demostrando lo necesario de este encuentro y la vigencia que mantienen varias de sus letras cargadas de crítica y mensajes representativos para la clase obrera. Este entusiasmo sin duda contagió a todos los músicos quienes no ocultaron la alegría de ver la sala casi al máximo de su capacidad. Luego de “Disneylandia” la banda se tomó un respiro de cinco minutos para recargar energías y retornar para un segundo bloque que prometía ser igual de intenso que la primera mitad.

“¿Les pesan los 50? Ya son unos cuantos años”, dijo su vocalista en uno de esos momentos que se dirigió a sus seguidores más antiguos. Asimismo, desde la audiencia sonaban algunas bromas referentes a la avanzada edad como si de un reencuentro de viejos amigos se tratase. “Axidente”, “Marketing” y “A piece of mine” con estrofas 100% en inglés, fueron algunas de las piezas que nuevamente convocaron a un público que se había dispersado a lo largo del recinto durante la pausa.

El sonido fue nítido y claro y sobre todo en esta segunda mitad se disiparon algunos leves acoples a los que Bervejillo les llamaba “aliens del audio”. La base sonaba sólida y los vientos, con una presencia más que protagónica en el desarrollo del show, realizaron múltiples apoyos y solos deslumbrantes con una gran cuota de virtuosismo. Las letras más crudas aparecieron sobre el final durante canciones como “Sin plata”, “Suicidarme por un rato” y “Algo nos está saliendo mal”, para abandonar el escenario con una emotiva despedida, pero todavía sin ser la definitiva. Luego de la inevitable arenga del público y ante la negativa de querer abandonar el lugar, la banda volvió al escenario para interpretar “En un pueblo así” y “Todos queremos ser parte del show” y dar el cierre definitivo a un show que me animo a decir que es imposible que sea el último. Una noche icónica para una banda que, de proponérselo, tiene el camino íntegramente allanado para seguir en actividad y generar encuentros como este.