Agarrate Catalina: A marcha camión por todo el país

Por Gabriel Plaza.

Cuando la murga Agarrate Catalina inicia su marcha camión por las rutas es difícil encontrar a sus protagonistas. Sin embargo, unas semanas atrás, antes que empezara la locura del carnaval y que la agrupación decidiera bajarse del concurso, pero no de una gira por todos los tablados del interior del país, Yamandú Cardozo, uno de los fundadores y directores de la murga, se sentó mate en mano a repasar la historia de la Catalina y las claves que la mantienen en movimiento y con absoluta vigencia después de más de dos décadas de andar los caminos. Pero, sobre todo, también habló del carnaval, una de sus grandes pasiones.

La entrevista es en el templo metodista del barrio Cordón, donde la murga armó su nueva base de operaciones.

Sobre las butacas del teatro que está en el sótano de la iglesia, un salón que se parece a los que habían en las escuelas de antaño, están los trajes y parte del vestuario de todos los espectáculos que Agarrate Catalina fue creando a lo largo del tiempo. Es un estallido de colores sobre una escenografía marrón y gris. Yamandú, llama a este lugar, la nueva casa de la Catalina.

Este año la Catalina es nuevamente una de las grandes ausentes del certamen del carnaval que se realiza en el Teatro de Verano por segundo año consecutivo. Entre 2005 y 2021 la agrupación se llevó cinco primeros premios. En 2022 sacó el segundo premio con su espectáculo «La involución de las especies». El año pasado ya se habían decidido bajar y habían prometido volver este año, pero decidieron no correr a contrarreloj para armar un nuevo espectáculo. Ya lo había dicho Yamandu el año pasado al diario El País. “Necesitamos sacar la cabeza de la guillotina de la competencia por un rato”. Un espectáculo no sale de la noche a la mañana. Agarrate Catalina, necesita tiempo para madurar una obra de largo aliento.

“Es muy intenso el carnaval”, dice Yamandú, mientras arma pacientemente la montaña de yerba antes de echar el agua. Lo hace con la lentitud y paciencia de un ritual.

La ausencia en el carnaval, sin embargo, no impidió que la Catalina fuera noticia. En noviembre aparecieron cantando en los premios Grammy Latinos junto al productor argentino Bizarrap y el joven cantante Milo J. Al otro día la Catalina estaba en los portales del mundo. Hace poco participaron, también, en la celebración de los 300 años de Montevideo. Allí reunieron a miles de personas frente a uno de los escenarios para cantar su emblemática retirada.

La Catalina no sale este año en el certamen pero no para de estar adentro del carnaval. El fuego que espera en el club sigue encendido. Yamandú y Tabaré Cardozo fueron los encargados de componer un tema homenaje al carnavalero Chato Ambrosio para el tramo final del nuevo espectáculo de Curtidores de Hongos, en uno de los momentos más emotivos de su presentación en la primera etapa del certamen del carnaval.

La dupla de hermanos, ya había participado del conjunto murguero, hace unos veinte años. Esta canción homenaje al Chato Ambrosio fue un regreso con gloria para todos los especialistas del género: “fuiste joya de Los Saltimbanquis, rey de los plebeyos, Pierrot en La Unión, trovador en la murga del humo y un toma consumo de humilde overol. Adiós, adiós, esta barra levanta su copa, adiós, adiós, al juglar que cantó a quemaropa”, cantan los Curtidores de Hongos y dan justo en el corazón de cualquier murguero aficionado.

Para los creadores de temas que ya quedaron instalados en la memoria del carnaval como “La niebla” sobre la temática del Alzheimer, o “La violencia”, construida desde el punto de vista de un pibe chorro, es imposible estar por fuera de estas semanas intensas de los tablados, que en su caso se alarga durante todo el año, porque son una de las agrupaciones que más giran por el exterior.

“Es altamente adictivo el carnaval: los lugares donde sabes que te vas a cruzar, la posibilidad de ver otros compañeros, otras murgas, lo lúdico de compararse, y a su vez en esa comparación fascinarse o no, encontrarse cosas increíbles, o protestar, o en una diferencia estilística discutir como si te fuera la vida en eso y después darse cuenta que no. Hay que entender ese amor. Como consumidor de carnaval te puedo decir que esa persona que se transforma ahí en un gran director, un eximio arreglador, un sorprendente solista, una maravillosa actriz o una dramaturga superior, es tu vecina que está corriendo y haciendo malabares para ver si llega a fin de mes. Eso lo hace sorprendente al carnaval”, dice Yamandú.

Ahora Agarrate Catalina está en una gira de verano celebrando el carnaval en distintas ciudades. El 9 y 10 de febrero se presentan en el festival Medio y Medio en Punta Ballena. Luego le siguen presentaciones en Lagomar (14), Aguas Corrientes (15), Guichón (16), Paysandú (17), Salto (18), Tacuarembó (25), Parque del Plata (1 de marzo), Santa Lucia (2), Paso Carrasco (3) y Ciudad de la Costa (10). De alguna manera siguen con el mismo ritmo del circuito de los tablados.

¿Cómo vivís el carnaval cuando no salen con la Catalina?

Los años que no salí en carnaval disfrute mucho de ir a ver a mis amigos. El modo en que nos ponemos y mirar las otras cosas. Hay un apasionamiento que es llamativo, aún en un carnaval que siento que se volvió demasiado contemplativo. Mucha gente participa. Toda la gente que hace murga y otras categorías es gente que vive en un barrio, no son artistas subvencionados. Eso es impresionante verlo y que se mantenga. Siento sí que a esta fiesta le falta corso, movida barrial, murgas espontáneas, como la gente de Más Carnaval y otros colectivos, que acompañan o plantean abrir mucho más los escenarios. Como pasa originalmente en Cádiz. Allí están las chirigotas, hay categorías que son las ilegales y son donde la gente que se junta sin rigor artístico sale y canta. Unos amigos gaditanos que vinieron acá recuerdo que salieron a una tienda para salir de carnaval, todos disfrazados y en la calle después vieron que no había nadie. Entonces me dijeron ¿acá la gente no se disfraza? Acá el carnaval mueve, pero siento que falta un poco de las murguitas de gurises, o del carnaval de promesas.

Ustedes nacieron un poco así.

Estoy acá porque un día mi hermano Tabaré hizo una murga de niños para salir a cantar con sus amigos, con baldes y unas latas pintadas, para ir a los tablados que los dejaban subir.

¿Cuál es la evolución del carnaval con respecto a otras épocas?

Puede ser que tecnificó más. Hay gente que viene a aportar el costado de la academia, hay más teoría al respecto y estudio, que no atenta contra la esencia. Si algo se perfecciona y se sofistica pareciera que se traiciona y se muere pero no siempre si hay sustancia y cimientos. Si bien es cierto que cada vez es más profesional, los trajes están más pulidos y tiene que estar todo diseñado para que te filmen de cerca, para que eso que era el evento de una noche única, hoy se vea previamente en los ensayos por YouTube. Hasta lo que debería ser una sorpresa donde se apoya el humor, la primera explosión, hoy ya está disponible. Después que pasas por el concurso estás en HD y todo se ve y analiza otra manera. Es cierto que los espectáculos mantienen el corazón barrial, pero tiene que ser atractivo para esas nuevas lentes y ojos. A todo eso se suma el folklore del carnaval: la protesta, la pasión, convivir con un grupo de gente un mes y medio ejerciendo el espectáculo, pero antes otros meses construyéndolo con una carga horaria grande, con la inmensa mayoría de sus componentes que siguen laburando en otras cosas. Es como uno de esos eventos que tienen un rigor profesional espectacular, pero basado en condiciones totalmente amateur.

¿Qué murgas los marcaron en su manera de cantar, crear espectáculos y escribir sus textos?

Cuando la Catalina despega en el 2005 muestra una veta de textos humanista, que no eran temáticas habitualmente carnavaleras y que medio había que ir contrabandeando a la usanza general para los puristas, o esos que dicen: esto no es murga, o vayan hacer teatro. No es que nosotros lo hayamos inventado, había murgas anteriores como la BCG hablando de la muerte y el poder, o La Falta y Resto en su momento, o La Soberana, o las retiradas de Alvarito García en Contrafarsa con una poesía arrabalera y barrial pero preciosas. Hubo un montón, pero cuando armamos la Catalina hicimos la murga que queríamos ver, aunque las influencias se nos veían. Las cosas que escribimos sonaban a otras, porque recién pasábamos de espectadores a ejecutar. No eran usuales los talleres de murga que te enseñan a cantar. Nosotros cantábamos como las murgas que nos gustaban. En mi caso como escritor está la marca de las murgas de La Teja, las ideológicas, las que entre los sesenta y los ochenta, empiezan con ese caudal corrosivo de caricatura y humor, de ritmo increíble, y le ponen concepto político sostenido mas allá de la coyuntura. Siempre se criticó, se hizo sátira política y se editorializó en la murga, pero siento que en La Soberana se pone una cosa mas panorámica del asunto acá y en toda la región. Tienen conciencia del acto de resistencia, que arranca en los setenta con otro Uruguay, que pretendía ser la Suiza a chocarse con la realidad. Esas murgas de la infancia son las que me marcaron, La Reina de la Teja, La Soberana, Falta y Resto, la BCG, Los Diablos Verdes. Muchas de esas me gustaban, pero también las mas livianas, las de La Unión. Había corrientes de cosas. La murga traficando denuncia, pasando la censura. Los teatreros que daban una mano y hace crecer la parte escénica de la murga. Aparecen conceptos de escenografía y espectáculos más globales. Esas me marcaron. No podía ser todas esas, así que sentíamos que teníamos que buscar otro camino.

Agarrate Catalina sigue siendo una murga cooperativa, que no tiene dueño, a diferencia de otras donde hay una persona que compra el nombre y arma sus propios elencos. Trabaja todo el año y puede presentarse tanto en el Teatro Solís de Montevideo junto a una orquesta sinfónica como en un colegio público del interior del Uruguay. Pueden grabar con León Gieco, NTVG, o el rapero Kung-Fú Ombijam, que estrenaron hace poco en sus redes sociales. Todo un universo murguero que puede condensar el corazón del tablado, el sentimiento de la esquina del barrio, la nostalgia de las despedidas y los grandes temas existenciales, que están atravesados por otras músicas y que con su mensaje llegan a distintas generaciones.


Yamandú Cardozo, retoma su mate. Lo acomoda. Le pega un sorbo y se queda como oteando el horizonte de manera reflexiva cuando se le pregunta sobre el largo recorrido de la murga, desde que se fundó en 2005 y apareció como parte de la Murga Joven. “Mirando para atrás hay un montón de logros. Lo que la Catalina haya aportado a manera de hacer murga es una cuestión que será analizada más adelante. La Catalina siempre fue la manera de pasar por el cuerpo esas cosas que nos gustaban como las temáticas humanistas. Algo que no es novedad porque es lo que hace el arte desde siempre. Hacerse la pregunta de por qué estamos acá apoyados en esta roca, el relacionamiento con las demás personas, el engaño, la mentira, la bronca, las pulsaciones que nos mueven y las temáticas que nos preocupan, el no saber si hay algo más, que hacer con el universo, con la vida, el para qué”.