
Por Gabriel Plaza.
Del otro lado de la línea telefónica se escucha el sonido de un gallo y unos pájaros. Néstor Moreno, voz y compositor de Copla Alta, está en Santa Clara del Olimar, el pueblo fronterizo con Treinta y Tres. Hace muchos años vive en Montevideo, pero necesita escaparse de la ciudad para volver al pueblo donde se crió. “Es volver a reencontrarse con la querencia, con aquellos afectos que están y no están en este plano. Es recorrer las calles, volver a eso que necesitamos siempre para mantener la conexión con el origen”, dice Moreno.
En Santa Clara conoció a su compañero de grupo, Alejandro Silvera. “Fuimos al colegio juntos”, dice el músico. Con el tiempo formaron el dúo Copla Alta, que se convirtió en un proyecto de alcance nacional y tuvieron el reconocimiento de premios significativos como el Charrúa de Oro y la Guitarra Olimareña.
Con nueve discos grabados –entre ellos un material en vivo histórico junto a Pepe Guerra llamado “Desde el Olimar” (2019)–, su música es presencia permanente en todos los festivales folklóricos de ese interior que gusta de sus milongas y serraneras, siguiendo una historia del canto popular uruguayo que tuvo en Los Olimareños a sus máximos referentes.
“Nosotros no tuvimos que tirar del hilo de nada porque todo esto estaba en el aire. Quizás porque desde los cincuenta anduvieron muchas personas importantes y con talento como Yupanqui, que se aventuró hasta esta región lejana a Montevideo, o Carlos Puebla de Cuba que anduvo un tiempo por acá, o Victor Lima un salteño que adoptó esta región como su lugar. Todo eso dejó una riqueza cultural que muchas personas pudieron transformar en una música que nos identifica y que le dieron su color al canto popular uruguayo”, dice Néstor Moreno, compositor de los temas del dúo.
El dúo Copla Alta, será uno de los platos fuertes de la primera noche del festival El Folklorazo, que empieza este jueves y termina el sábado en la Sala Camacuá, donde compartirán escenario con nuevos artistas del género como Pilar Apesetche y Los Renuevos.
“Son muy importantes estas iniciativas porque siempre costó mucho trabajo que se difundan cosas más regionales en la ciudad. Creo que ahora se está abriendo mucho más el panorama para esta música, que antes cuando nosotros llegamos. Pero todavía existe esa cosa intramuros de lo que suena en Montevideo y todas esas otras músicas regionales que son muy importantes en nuestro país, porque en cada región hay un estilo, una forma de hacer música y es importante seguir defendiendo esa idea que no todo suena igual, sino que cada lugar tiene su identidad”, dice el cantor.
En su último disco “En plural” (2023) compartieron con muchos artistas de su lugar como Pepe Guerra, pero también abrieron el juego para encontrarse con artistas como Florencia Núñez. ¿Es una manera de representar esa diversidad de la música uruguaya?
Creo que nuestra música popular está compuesta por un montón de géneros como el candombe, la murga, la música tropical, incluso el rock que tiene influencias de otros géneros y todos están cobijados por ese manto de la música popular. Nosotros queríamos aventurarnos y compartir con otros artistas porque nosotros también estamos atravesados por esas influencias, además de las que formaron nuestra historia personal y musical en nuestro pueblo.
La milonga y la serranera, ese género en 6 x 8, creación de Lena que es más picadito, forma parte de su corazón criollo y su visión testimonial sobre ese país que resuena un poco menos en la ciudad. En el himno “Si se trata de cantar”, escriben su manifiesto: “Si se trata de cantar, tengo garganta afilada / no es por vanidad ni nada / con baquia me planto / y cuando milongas canto me entiende la paisanada”.
¿Por qué pensás que se dio esa conjunción artística en la región del Olimar?
Creo que tuvo que ver para mí que sea una de las sedes del magisterio. Eso para mí tuvo una influencia importante y donde el texto en la canción cobró un valor muy importante. Por eso, tenemos una referencia como el maestro Rubén Lena. Esa es una característica de la región porque se puede decir que esa profundidad de decir las cosas tiene que ver con una ética más que solo un paisaje, o con un lugar de donde surgió. El texto y lo que se dice es algo importante en la canción popular para nosotros.
Si uno repasa ese cancionero popular parece que las cosas no cambiaron tanto, porque las letras siguen hablando de problemáticas que persisten.
Creo que más allá que hay canciones que se hicieron hace 50 años que todavía tienen vigencia, también pienso que nuestra misión es seguir contando lo que pasa. De hecho, creo que hacer esta música y defender esta identidad musical, de por si ya tiene que ver con tener un compromiso para que las cosas cambien y defender otro tipo de sociedad más justa. Ese es nuestro rol en el presente como cantores.
El canto popular uruguayo con toda su historia atrás –Lena, Lima, Walter Serrano Abella, Óscar Massitta, Los Olimareños, Larbanois-Carrero–, tiene una continuidad en el siglo XXI en el grupo Copla Alta. Esa manera de armonizar a dos voces, el gusto por tocar milongas y serraneras, como lo hacían los paisanos de su lugar y ese ambiente artístico que confluyó en esa pequeña localidad de Santa Clara de Olimar, está presente en ese recorrido generacional que asumen y respetan.
En el recitado del tema “Respuesta”, lo dicen claro y sin vueltas: “Volveremos a cantar las injusticias, cantaremos mordiendo la derrota. Cantaremos sin traumas y sin miedo, doblaremos cantando la respuesta, contra el silencio atroz, contra el no puedo, irá el canto, a manera de respuesta”.