Al calor del soul y el pop de Juano

Por Gabriel Plaza.

Es un jueves por la noche y en Buenos Aires la temperatura roza los cero grados. Las calles parecen deshabitadas. En la esquina de Federico Lacroze y Alvarez Thomas, el Roxy Bar es un refugio para los rockeros que quieren pasar el crudo invierno del gobierno de Milei: grupos de amigos y amigas tomando cervezas y comiendo hamburguesas, parejas en plan de primera cita, incluso hay un puñado de turistas. En la playlist del lugar suenan desde los Babasónicos hasta el rock anglo. El lugar tiene una iluminación tenue, una barra larga, una cartelera que recuerda a la de los antiguos cines de los cincuenta y unas banquetas y mesas altas para el encuentro descontracturado.

Un grupito cercano al escenario —que está al fondo del local de lo que antiguamente era un bar viejo del barrio, del que sólo se conservan las baldosas blancas y negras del piso—, parece más ansioso y arranca los aplausos apenas suben los músicos para acomodar sus instrumentos.

Una intro rockera con dos guitarras distorsionadas, una base solida de bajo y batería, no anticipa lo que viene después cuando aparece Juano, el joven cantante y compositor uruguayo, que cambia la onda musical y se mueve con otro flow más cadencioso y cercano al soul. El músico con un aire juvenil, moderno y pop, forma parte de una nueva escena de R&B en Montevideo, en la que aparecen otros nombres de su generación como Facu Balta. Aunque en la música de Juano se puede rastrear ese pop despreocupado, efervescente y liviano, como el de la banda El Kuelgue.  

“Locura” abre el concierto y rápidamente el músico mudará el clima estacional y gélido de la ciudad para desprender ese calor veraniego que habita en sus canciones. Es una atmósfera musical que contrasta con la temperatura exterior. “Hawaiian tropic”, sería la sonorización ideal para una barra en la playa, con ese groove sensual de base reggae y el toque urbano sobre el que se desliza el flow suave y melancólico de Juano, que dispara imágenes en flashback de un amor casual.

En el recital aparecen las canciones de corazones rotos, que recuerda temáticamente esa tradición del R&B y el soul clásico sobre amores y despedidas, en “Dispara”, “Círculo” o “Gin tonic” (acaso la más popular de su repertorio, lleva el mismo nombre de la canción de Calamaro), y que ahora un puñado de seguidores canta junto a Juano, que marca el mood suave —esas armonías del pop de los ochenta— con el teclado.

Pero, también, el músico puede teñir de colores la atmósfera del concierto con esas historias de amor adolescente en la canción “Tu movie”. El público ladea la cabeza de un lado al otro dejándose llevar por la brisa cálida y burbujeante de ese tipo de temas, que son como unas pequeñas vacaciones mentales, un recreo en medio de un clima de época opresivo, con un país atribulado por la economía y la desigualdad social.

El repertorio de Juano se nutre de los singles que fue subiendo a las plataformas digitales, desde el 2020 hasta la actualidad y otras que forman parte de su EP Cocktail Sessions (2023). También hay estrenos en el concierto, como la inédita “Polvos”, una balada donde se mueve y canta con el swing de un crooner y la influencia contemporánea de artistas como Drake, mientras la buena combinación de la guitarra electroacústica y eléctrica dan contraste y brillo a la canción.

Juano es un buen frontman que sabe cómo moverse con soltura en el escenario ajustado del Roxy Bar, puede tocar el teclado y puede comprarse a una parte del público que no lo conoce y que está esperando a la banda siguiente de la noche. Tiene recursos. Le queda muy natural ese traspaso de la balada soul y el pop en “Capital de amor”, donde invita a las personas para que prendan las linternas de sus celulares o puede cambiar el switch interpretativo para moverse por canciones de trap en tonalidades menores como “Luces rosa”, cercano a su código generacional, que le da otro carácter interesante a su música y sus letras. 

La banda que forman Santiago Pirez (primera guitarra eléctrica), Diego Pollovero (bajo), Emiliano Aquino (baterista) y Sebastián González (segunda guitarra), acompaña con ductilidad y energía a este joven solista que se está abriendo camino en la escena independiente del Uruguay. Esta es la segunda vez que Juano visita Buenos Aires. Es un viaje de siembra que surgió del último Mercado Uruguay Musical y que le sirve para tener un contacto más estrecho con esta ciudad. Para los artistas de Montevideo es una plaza musical importante que puede generar expansión y trabajo. “Es un sueño estar acá”, dice Juano y agradece a ese grupo de seguidores que pagaron su entrada, le piden otra y están acá un jueves, a pesar del frío y el contexto. Ellos forman parte de su primera cosecha, la base de aficionados que suele ser la más importante para todo artista independiente, que quiere seguir creciendo.